El colecho es una práctica antiquísima que en los últimos años se está poniendo de moda. Hay quienes lo llevan a cabo compartiendo cama directamente, otras familias prefieren las cunas colecho para ganar seguridad y autonomía. En un principio, la escasez de habitaciones en los hogares y el aumento de la natalidad durante el éxodo masivo del campo a la urbe, propiciaron el colecho de forma natural. Todos hemos oído historias en las que nuestros padres (u otros familiares y conocidos) contaban que «antiguamente» toda la familia dormía en una sola habitación. La búsqueda de una crianza saludable y feliz nos ha hecho retomar viejas costumbres, cuyos posteriores estudios empiezan a revelar una buena praxis familiar.
Una de sus ventajas más conocidas hace alusión a la lactancia materna, pues favorece su instauración y mantenimiento en muchos aspectos, el primordial, la comodidad. También disminuye el llanto del bebé y favorece su descanso, sincronizando el sueño con su madre. Y por descontado, refuerza los vínculos familiares, la autoestima y la confianza del infante.
Vamos a ofreceros algunos consejos para practicar el colecho de una forma segura durante los dos primeros añitos del niño:
- En primer lugar y más importante, utilizar una cuna de colecho, en la que cada uno tendrá su espacio y no habrá riesgo de interferir en el descanso ni en la salud del bebé.
- Acostar al bebé preferiblemente boca arriba, sobre un colchón plano y firme y sin almohadas ni cojines.
- Evidentemente, no fumar en la habitación. Es algo totalmente lógico pero lo recalcamos para los más descuidados.
- Y por último, evitar en la medida de lo posible, la entrada de animales domésticos en la estancia.
La utilización de una cuna de colecho evita prácticamente todos los riesgos del colecho en la misma cama y tiene los mismos beneficios, pues el bebé se siente acompañado, arropado y querido por los suyos igualmente.