Hoy queremos compartir con vosotros algunas experiencias que nos han contado las mamás con el paso de los años. Seguro que muchas de ellas os resultan familiares y no todavía no es así, pronto lo serán. Presta atención y verás lo útil que pueden resultarte algunos de estos consejos. Hay varios indicadores naturales que pueden ayudarnos a saber si tu hijo está preparado para abandonar el pañal, veamos algunos de ellos:
- Lo primero que debemos saber es que no hay una edad exacta para ello. Todo depende del niño, pero la mayoría suelen hacerlo alrededor de los dos o tres añitos. La caca y el pipí diurno suelen solventarse antes que los pipís nocturnos, naturalmente. Es conveniente no dramatizar los pipís nocturnos y quitarles importancia siempre que se mantengan dentro de un ámbito de edad razonable. Hay niños que en esas edades tendrán una comunicación verbal algo más desarrollada que otros, pero como veremos en el siguiente punto, eso no les resultará un problema para hacerse entender.
- En esta fase, la comunicación no verbal que hayamos desarrollado con nuestro pequeño es fundamental, ya que por sí solo mostrará la incomodidad ante un pañal mojado o prevendrá agachándose o poniéndose de cuclillas lo que sabe que está a punto de suceder. También esto depende del carácter del niño y la naturalidad con la que se trate en casa el tema previamente. La comunicación con el bebé es fundamental y la correcta transmisión de sus demandas más fundamentales es el camino idóneo para desarrollar vocabulario con ellos.
- Algunos mostrarán interés por el cuarto de baño y las cosas que allí suceden. Hay que familiarizarlo con él y naturalizar todas las necesidades fisiológicas desde el primer momento. Hay padres más reservados que otros, pero los niños lo aprenden todo con el ejemplo que les damos. Todo, todo, todo.
- Otros niños empiezan a no querer orinarse en el pañal (al igual que poco antes habrán dejado de defecarse por norma en él) ya que les resulta incómodo. Esa actitud debe ser premiada y recompensada con un gran paso en el mundo de los adultos. La introducción al orinal o el uso del baño con reductor.
- Y la última y más flagrante de las pruebas: que se quiten el pañal para orinar o defecar. En ese caso, no hay que alarmarse, aunque el hecho pueda resultar costoso de limpiar. No debemos enfandarnos, hay que felicitar esa actitud y guiar hacía dónde debe realizar esas acciones. Hay que explicarles con calma que todo tiene un orden y un lugar. Y que es en el baño donde uno debe llevar a cabo esas labores.
Con el paso de los años, hemos compartido experiencias con muchas mamás y nos han contado casi de todo. Hay niños que esconden sus excrementos por vergüenza y otros que juegan alegremente con ellos. No debemos traumatizarnos, ni traumatizarlos ante tales actitudes inocentes. Tampoco debemos contrarestar esa «curiosidad» haciéndoles sentir asco, miedo o preocupación. La cuestión es dialogar, comprender y resolver todas las dudas que le puedan surgir durante esa experiencia.